Olivia y el sueño premonitorio que la llevó a conocer a su donante
Olivia llevaba casi un año esperando su doble trasplante de riñón y páncreas cuando decidió realizar un viaje a Torrevieja con sus padres.
En ese viaje le sucedieron un par de hechos insólitos, el primero de ellos sucedió un día antes de volver a casa. Sus padres, su perro Vipi y ella salieron a dar un paseo a orillas de la playa. Las vistas eran preciosas y, al caer la noche le pidió a su madre que el hiera una foto con las luces de la ciudad al fondo. Se acercó al borde de un pequeño acantilado que daba a la arena de la playa, y de repente, vio a un niño de unos siete años y cabello rubio que corría hacia ella riendo. Le acompañaba otro niño que se dirigió hacia el lado opuesto. Al llegar a su altura le sonrió y de repente le pegó en el brazo izquierdo una pegatina redondeada de color verde mientras decía: “te dará mucha suerte, tendrás mucha suerte”. Y así como vino, se marchó al trote y riendo. Tanto su madre, que estaba frente a ella esperando a hacer la foto, como ella, se sorprendieron de tal forma que no pudieron evitar una sonrisa cómplice. Ella dijo: «a ver si ha sido un ángel… no te la quites, ¡por si acaso!». Y así lo hizo. Se la quitó para ducharse y se la volvió a pegar después.
Esa misma noche, tuvo un sueño en el que de repente surge una neblina de la que salió una mujer vestida de blanco, de unos 50 años, bajita y regordeta, de pelo corto y rizado, que identificó con una enfermera. Se dirigió a ella diciendo: Olivia, ya tenemos tu trasplante», algo por lo que ella sintió un gran pesar, puesto que aquello significaba que alguien había fallecido o iba a fallecer. Dicha enfermera la tranquilizó, explicándole que saldría todo bien.
Al momento, apareció otra persona. Se presentó como su futura donante, una muchacha joven cercana a la treintena, algo más alta que ella, de cabello liso y vestida de azul. Se acercó a ella y le dijo que no se sintiera mal por el hecho de que para que ella pudiera seguir viviendo antes había de fallecer otra persona, en este caso ella misma, ya que ella estaba feliz de que sus órganos fueran a ser para mí, tranquilizándome por la pena que yo sentía…
La chica misteriosa le comunicó el día del trasplante, el miércoles, también le avisó de que habría ciertas complicaciones posteriores.
De vuelta a Madrid se produjo la llamada del doctor que le comunicaba que tenían listo un trasplante para ella, pensó que la predicción no se iba a cumplir ya que era martes, no miércoles…, pero con los preparativos para la intervención cuando entró en quirófano era martes pero no empezaron con el trasplante hasta las 3 de la mañana de miércoles… el sueño se estaba cumpliendo.
Olivia falleció en febrero de 2020 pero su amigo David Cuevas escribió su brutal historia de superación “Ella sonrió para que tú no llores”. El 100% de lo recaudado por la venta del libro en lo referente a sus derechos de autor, será destinado íntegramente a dos asociaciones sin ánimo de lucro: La Federación Nacional de Asociaciones ALCER, de atención a personas con enfermedad renal crónica; y La Camada, una Asociación Protectora de Animales de Guadalajara.
Fuente: espaciomisterio.com
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