La historia del perro que anuncia la muerte
En las Islas Canarias están las tibicenas, enormes perros de no menos descomunales fauces que realizan prodigios imposibles y que se aparecen al testigo como protectores de los lugares sagrados de la antigua etnia guanche.
En las regiones del este y del sur de Holanda, cada cierto tiempo se manifiesta según los testigos un perro infernal, el helhond. Su aparición siempre está acompañada de malos augurios para quienes lo ven. Los habitantes de estas regiones aseguran que con sólo oír su ladrido, es motivo más que suficiente para que al poco tiempo alguien cercano fallezca.
El perro especialmente negro se ha asociado siempre a la oscuridad. En el antiguo Egipto tras la apariencia de un chacal de color negro, con las orejas muy puntiagudas se encuentra el dios Anubis, señor de los mundos inferiores, gobernante de aquello que hay más allá de esta vida.
El historiador Mariano F.Urresti asegura que durante la construcción del Monasterio del Escorial, los obreros aseguraron que entre los andamios se paseaba por la noche un perro negro de gran tamaña al que muchos vinculaban con el mismísimo demonio. Al parecer Felipe II, mando construir el Monasterio en ese lugar para tapar una de las entradas al infierno.
A parte de estas supersticiones, los perros tienen sus sentidos mucho más agudizados que los humanos. Pueden detectar en grandes catástrofes si hay personas vivas o muertas, además se sabe que pueden detectar energías que son imperceptibles para los sentidos humanos e incluso se cree que ven espíritus…
Es posible que gracias a sus sentidos los perros puedan en ocasiones predecir los fallecimientos de los seres humanos.
Fuente: espaciomisterio.com/
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