Con la Peste el clero moría igual que el resto lo que facilitó la laicidad
En 1350 más de un millón de peregrinos acuden a Roma en busca de cura y consuelo de sus enfermedades, por ello, la laicidad empezó a difundirse entre muchos creyentes.
La Iglesia se enriquecía gracias a los legados que le dejaban los fallecidos, aunque las estadísticas no estaban de su parte y es que los judíos tenían una mortalidad menor debido a una mejor higiene.
Debido a que el clero ofrecía consuelo religioso a los enfermos, estaba más expuesto a la Peste que otros colectivos. Eso facilitó que la pandemia se cebara con los miembros de la Iglesia, lo que hace que la gente empiece a cuestionarse lo que está sucediendo.
Según Alessandro Giraudo en su libro Cuando el hierro era más caro que el oro: “Los llamamientos escatológicos del clero caen en saco roto para quienes creen vivir el fin del mundo, como escribe Giovanni Villani, cronista de la época, y quieren aprovechar los últimos momentos de su vida. La caída del poder de la Iglesia y de su control sobre la educación pública (se cierran numerosas escuelas, seminarios y conventos) alimenta un movimiento de secularización de la sociedad”.
Gracias al desastre, germinaron las primeras semillas del Renacimiento, lo que no ha evitado que la gente continué creyendo en las curaciones milagrosas, pero en menor grado.
Sobre todo, como nos recordaba Carl Sagan, porque es más probable que un enfermo se cure en la sala de espera de un hospital (antes de ser tratado) que en Lourdes.
Fuente: xakataciencia.com
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