Thomas empezó a quejarse de los demonios y los ángeles que no paraban de discutir en su cabeza
Andre Thomas, un hombre de raza negra completamente psicótico, fue sentenciado a muerte por haber asesinado a su esposa, una mujer blanca de la que se había separado, al hijo que tenían en común y a otro hijo de ella. Después, Thomas se asestó tres puñaladas y esperó a morir tumbado junto a sus víctimas. Al ver que no moría, arrancó los órganos a sus víctimas, se los metió en los bolsillos y caminó 8 kilómetros hasta la casa de su padre, en Texas, desde donde llamó por teléfono a Laura, la mujer a la que acababa de matar.
Cinco días después de confesar su crimen a la policía, Thomas decidió seguir al pie de la letra el consejo bíblico de Mateo: “Si tu ojo derecho te hace caer en pecado, sácatelo y deshazte de él”. Y así lo hizo. Cuatro años después, tras conocer que había sido condenado a muerte, se arrancó el otro ojo y se lo comió.
Thomas fue ingresado en un hospital psiquiátrico estatal, pero a las siete semanas después de haberle suministrado altas dosis del fármaco antipsicótico Zyprexa, el equipo médico dictaminó que ya estaba en disposición de sentarse en el banquillo.
Thomas era un niño inteligente y agradable al que le encantaba estudiar la Biblia. Su descenso hacia la locura empezó cuando tenía unos nueve años, edad a la que empezó a quejarse de los demonios y los ángeles que no paraban de discutir en su cabeza. A partir de entonces, sus problemas con la justicia fueron frecuentes. Thomas intentó quitarse la vida en varias ocasiones y pasó muchos años sin recibir un tratamiento médico adecuado y con el que tal vez podrían haberse evitado los fatídicos sucesos de marzo de 2004.
La condena no se lleva a cabo y en este momento se espera a la resolución del Quinto Tribunal de Apelaciones.
Fuente: infobae.com
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