En el siglo XIX, ir a un hospital era casi una sentencia de muerte
Era conocido como “el cuchillo más rápido del West End” londinense del siglo XIX. Robert Liston, era capaz de amputar una pierna en menos de 30 segundos SIN ANESTESIA.
Podía usar su brazo izquierdo como torniquete, mientras manejaba el cuchillo con la mano derecha, aunque a menudo para maniobrar más rápidamente en ese espacio de medio minuto, sostenía el cuchillo entre los dientes.
Antes de que Lister descubriese la existencia de los gérmenes causante de las enfermedades post operatorias y culpables de cobrarse decenas de miles de vidas cada año, la cirugía era un mundo sórdido y desagradable, en el que la gente podía comprar entradas para ver como se hacían las operaciones.
En fin, ir a un hospital era muy peligroso, poco menos que eran las “puertas de la muerte”.
Los cirujanos creían que el pus era una parte natural del proceso de curación, en lugar de una señal de sepsis, además operaban con un delantal manchado de sangre, no se lavaban las manos ni los instrumentos que utilizaban y siempre tenían olor a sangre, pus y muerte.
En 1847, Liston vio la posibilidad de sedar a los pacientes antes de realizar cualquier tipo de cirugía externa, desterrando prácticas como el mesmerismo. Intentó convencer a la comunidad científica de que la causa de las muertes postoperatorias eran unas “criaturas invisibles que mataban a los pacientes y que las veía gracias a un instrumento rarísimo llamado microscopio”. Fueron necesarios varios años para que aceptasen sus teorías, ya que básicamente estaba diciendo que los cirujanos estaban matando sin saberlo a sus paciente.
Seguramente es una de las personas que más vidas ha salvado en la historia, gracias a su descubrimiento.
Fuente:elmundo.es
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