
Está claro, nadie lo pone en duda, la muerte es impredecible, implacable e inevitable.
Las principales causas de muertes en el mundo son naturales. Tan solo las insuficiencias cardiacas fueron responsables del 15% de la mortalidad a nivel mundial. Los accidentes cerebrovasculares quedaron en el segundo lugar y la triste medalla de bronce se la llevan las enfermedades respiratorias.
Pero está comprobado que un aumento súbito de adrenalina provocado por un aterrador miedo a perder la vida puede terminar en un ataque cardiaco. La adrenalina bombeada a través del cuerpo evita que los músculos del corazón se relajen, lo que puede desencadenar una arritmia o incluso un ataque fulminante.
Hay muertes cuya mayor probabilidad de ocurrencia te parecerá increíble. Es más probable morir por el impacto de un coco en la cabeza que por un ataque de tiburón. Incluso, existen más probabilidades de morir por la arremetida de una vaca o de unas abejas que por un ataque escualo.
En el preciso momento en el que el sistema inmunológico humano deja de funcionar, las bacterias y microbios que habían convivido en armonía dentro del cuerpo, comienzan a hacer estragos devorándolo todo de adentro hacia afuera.
Afortunadamente, ya la conciencia no está presente para sentirlo.
Fuente:www.univision.com
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