Callarse a tiempo (especialmente en el lecho de muerte) es algo que los famosos no saben hacer

18 febrero 2021

Está claro que hay gente que necesita decir lo que se le ocurra aunque sea en el mismo momento del último suspiro.

Los famosos no se libran de esa especial manía y también tienen la necesidad de dejar para la posteridad alguna ocurrencia surgida en ese momento.

James Dean, murió en un accidente de automóvil “Va a parar…Nos ha visto”.
Winston Churchill, murió nueve días después de esta frase “Estoy harto de todo”.
Emily Dickinson, murió a causa de una nefritis, “la niebla está subiendo”. Después de su muerte se encontraron 800 poemas.
John F. Kennedy, murió en un atentado en Dallas, “es obvio”, fue la respuesta que le dio a la mujer del gobernador de Texas cuando ésta le dijo: Señor presidente, no podrá decir que Dallas no le quiere.
Aldous Huxley, murió a causa de dos dosis de LSD, “LSD. 100 miligramos”.
Menéndez Pelayo, “Qué pena morir…cuando queda tanto por leer”.
Camarón, murió justo después de llamar a su madre. “Omaíta, ¿qué me pasa?.
Lewis Carroll, murió de una neumonía, la vio venir y dijo, “Quíteme esta almohada”.
Manolete, murió por una cornada de Islero, su último pensamiento fue para su madre, “Qué disgusto le voy a dar a mi madre”.
Pancho Villa, murió en su coche, alcanzado por 47 balas, “Escriba que he dicho algo”, mientras agonizaba le pidió a un periodista que inventase algo original.
Humphey Bogart, murió junto a Lauren Bacall, “Vuelve rápido”.
Benito Mussolini, murió fusilado con su amante Clara Petacci, “Dispárame en el pecho”, por miedo a un fallo que le hiciese sufrir.
Bela Lugosi, murió de un infarto en el rodaje de Drácula, “Soy Drácula. Soy inmortal”, y murió.
Isadora Duncan, murió estrangulada por su fular al enredarse en la rueda del Bugatti donde viajaba. Antes de subir al coche dijo, “ Adiós, amigos míos, voy hacia la gloria”.