Las flores y los muertos
En casi todas las culturas se honra a los muertos, realizando ofrendas de flores. Parece ser que su origen se remonta a la antigüedad, cuando los muertos eran expuestos durante días. Como no existían las técnicas de embalsamamiento y las que había, no estaban al alcance de todo el mundo, cuando los cadáveres empezaban a descomponerse desprendían un olor muy desagradable, el cual era enmascarado con incienso y flores.
Con el paso de los años, la costumbre de llevar flores a los muertos se afianzó, no sólo para el entierro, sino también en días específicos.
La primera tumba a la que llevaron flores data de hace 13.000 años, según los enterramientos descubiertos en Israel. Desde entonces, la mayoría de las religiones y sociedades han adoptado el uso de las flores, siendo parte de culto funerario asociado a la despedida y al mantenimiento del recuerdo de los difuntos.
Son muchas las flores con las que se adornan los cementerios, pero si hay alguna que se asocie a los muertos es el Crisantemo. Es la flor del Día de Difuntos “su breve floración coincide con el final del otoño y evoca claramente que la vida es sólo un tránsito”. Significa eternidad.
La malva, como dice el dicho popular “criando malvas”, cuando se hace referencia a una persona que ha fallecido hace tiempo.
Y curiosa resulta la leyenda que hace referencia a la flor “Nomeolvides“:
Cuenta una leyenda que “Cuando Dios creó el mundo el dio un nombre y un color a cada flor y mientras hacía esa labor, una pequeña flor le iba diciendo con delicada voz ¡No me olvides, no me olvides! no fuera que Dios se olvidara de ella. Al terminar toda su obra, Dios pudo escuchar la fina voz de la flor, pero como ya había dado todos los nombres, le dijo : No tengo nombre para ti, pero te llamarás Nomeolvides y por color el azul del cielo y el rojo de la sangre. Además, servirás para acompañar a los muertos y consolar a los vivos”.
Sea la flor que sea, lo cierto es que las flores son un homenaje que se hace al difunto y que de alguna forma es importante para la persona que las pone.