A San Andrés de Teixido va de muerto el que no fue de vivo
Está situado en la sierra coruñesa de A Capela, se accede atravesando una estrecha carretera que parte desde Cedeira.
Es considerado un enclave iniciático, en el que los druidas realizaron sus liturgias en honor a Beltaine, y donde el hombre supo que se hallaba en un centro de poder en el que la vida se balanceaba peligrosamente, mientras la muerte observaba atenta.
Ya lo dice el saber popular “A San Andrés de Teixido va de muerto el que no fue de vivo”. En este lugar poco son los que profanan el dicho y se mantiene un respeto por todos los seres vivos que habitan el lugar, arañas, gusanos, pájaros o escarabajos, como tributo a los que ya se fueron. Según la creencia los finados pueden volver a reencontrarse en este lugar, adoptando las formas más insospechadas. Por lo que matar una mosca se puede estar propiciando la desaparición de un ánima.
La Peregrinación a San Andrés de Teixido fue instaurada a finales del siglo XII por los caballeros de la Orden de Malta, y se tiene constancia documental desde el año 1392 aproximadamente, cuando los monjes de la Orden del Temple mostraron especial devoción por este templo y su entorno.
Hasta hace pocos años se podía asistir a una procesión de ataúdes, en la que los peregrinos que acudían a Teixido lo hacían en ocasiones con los féretros de hijos, padres, maridos y esposas antes de que estos fallecieran pues crían que con ello salvarían a los suyos de la muerte. Son muchos los casos de enfermos que sanaron sus males y en tributo los peregrinos dejaron los ataúdes adornando las paredes de la iglesia.
Fuente: espaciomisterio.com
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