¿Cómo entran en el cielo las madres de los sacerdotes?
Cuando un sacerdote es ordenado, sus manos son ungidas con óleo por el obispo. Después, sus manos son limpiadas con una toalla de lino blanca llamada maniturgium. El óleo usado sobre las manos del sacerdote es sagrado, bendecido previamente por el obispo, de modo que el maniturgium, o manutergio, no puede desecharse en la basura. Aunque sí podría terminar en un cesto de lavandería para ser limpiado, los sacerdotes de la historia tomaron la costumbre de conservar estos paños de lino para presentarlos a sus madres durante su primera misa.
Siguiendo una antigua tradición, la madre conserva la toalla en lugar seguro hasta el día de su muerte. Luego, cuando su cuerpo es preparado para el funeral, el manutergio se deposita entre las manos de la madre.
Cuando la madre llega a las puertas del Cielo, es acompañada directamente hasta nuestro Señor. Nuestro Señor le dirá: “Te he dado vida. ¿Qué me has dado tú?”. Ella entregará el manutergio para luego responder: “Te he dado a mi hijo como sacerdote”. Y con ello Jesús le concede la entrada en el paraíso.
Resulta muy conmovedor presenciar esta tradición, y es muy habitual ver las lágrimas de alegría en la cara del joven sacerdote cuando presenta el lienzo a su madre.
Últimamente ha crecido la tradición que reconoce el papel del padre de un sacerdote. Esta tradición consiste en que el recién ordenado sacerdote entrega a su padre una estola confesional morada después de que el sacerdote escuche su primera confesión. De hecho, en ocasiones el sacerdote escuchará también a su padre en confesión, algo que resulta ser una experiencia muestra una gran humildad.
Esta tradición reconoce que los padres son esenciales para la formación de hombres buenos, ya que los hijos miran constantemente a sus padres para saber lo que significa ser un hombre.
Fuente: es.aleteia.org
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