
La extraña costumbre de fotografiar a los muertos
Esta práctica nació en París y después se extendió a otros países. Consistía en vestir al cadáver con sus ropas y se le hacia un retrato. En muchos casos estos retratos póstumos se caracterizaban por los artilugios que necesitaba el fotógrafo para embellecer la imagen.
Había tres formas en las que se retrataba al sujeto:
- Simulando estar vivo: se le fotografiaba con los ojos abiertos y posando junto con sus familiares.
- Simulando estar dormidos: este si usaba para hacer fotos a los niños, a veces eran los padres los que lo sostenían como acunándolos.
- Sin ningún tipo de simulación: en este caso se les fotografiaba en el lecho de muerte o en el féretro, a veces se añadían flores como elemento ornamental.
En la Inglaterra victoriana era una forma de honrar a los difuntos, estas imágenes hoy en día nos pueden resultar inquietantes y morbosas, pero era una forma de mitigar la pena causada por el duelo.
En el siglo XIX, la fotografía se hizo más popular, lo que derivó en la realización de retratos en los que en muchos casos, la familia posaba con los muertos.
En la época victoriana el sarampión, fiebre escarlata, difteria, rubeola, etc campaban a sus anchas lo que aumentaba considerablemente la muerte de niños.
Cuando esto ocurría, la familia pensaba por primera vez en hacerse una fotografía todos juntos, era la última oportunidad de tener una fotografía de un hijo.
Gracias a los sistemas sanitarios que fueron aumentando la esperanza de vida de los niños, la necesidad de fotografiar a los muertos se redujo paulatinamente.
Cuando la llegó la fotografía instantánea, las familias comenzaron a realizarse las fotografías en vida.
Fuente: wikipedia y bbc.com