Los Expósito, un apellido con historia triste
Este apellido oculta una historia de abandono. Los niños dejados en el torno eran recibidos en la Casa de Maternidad de Lugo con un collar que ninguna ama de cría podía romper, ya que si lo hacían, se quedarían sin paga durante dos meses.
Para muchos niños, el torno de la Casa de Maternidad y Expósitos fue el primer contacto con la vida. Antes de que se crease, en el año 1816, los niños eran enviados al Hospital Real, en Santiago, donde solo sobrevivían el diez por ciento.
El torno estaba disponible solo por la noche, desde el toque de oraciones hasta el amanecer. Cuando llegaba un niño, el giro del torno hacía sonar una campana. Una tornera atendía los ingresos. Se les llamaba expósitos porque eran expuestos a quien quisiera recogerlos. De día, los bebés entraban por la puerta. Los niños traían una nota cosida en su ropa informando si habían sido bautizados, el nombre escogido por los padres y si estos deseaban recuperarlo.
Lugo era tierra de nodrizas, cobraban entre 16 y 20 reales al mes. Se levantaban a las cinco de la mañana en verano y a las seis, en invierno. Su jornada diaria terminaba a las ocho de la noche e incluía seis tomas cada tres horas con sus respectivos aseos de los niños. Algunas acababan quedándose con los niños cuando ya no cobraban y para facilitar estas adopciones, la inclusa corría con los gastos de las escrituras.
A finales del siglo XVIII, el obispo Felipe Peláez Caunedo, denunciaba el abandono de niños a las puertas de las conventos, iglesias y casas de curas, muchos de ellos morían de hambre y frío o comidos por cerdos y perros.
Para solucionar esto, el obispo proponía que casas de labradores o artesanos honrados y de buena conducta acogiesen a estos niños. La situación se regularizó a partir de 1816. En 1833, la Casa de Maternidad y Expósitos de Lugo tenía 170 niños. Sin embargo, hasta 1844 no hubo un primer reglamento provisional de funcionamiento. La creación de los servicios sociales en España a raíz de la promulgación de la Ley de Beneficencia de 1849 regularizó estos establecimientos.
“La Casa de Maternidad y Expósitos se creaba, como dice su reglamento, «para salvar el honor de las mujeres que han concebido ilegítimamente y evitar los infanticidios que la vergüenza provoca». Para ello, las embarazadas deberían estar ya en su séptimo mes”.
Podían ser admitidas otras mujeres con menos meses de gestación pero que pasasen por situaciones particularmente graves, pero en estos casos deberían pagar los gastos de estancia y manutención.
“El reglamento no admitía a las mujeres con vida licenciosa, que iban al hospital. Aun así, la Casa de Maternidad establecía dos salas distintas según la vida de las futuras madres con el objeto de no confundir -decía el reglamento- «la fragilidad de un instante con el libertinaje de toda la vida»”.
Se prohibía la admisión de jóvenes que concibiesen por segunda vez de forma ilegítima -es decir, estando solteras- o a las que se tuviesen mala conducta.
Fuente: www.elprogreso.es
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