No todo el mundo vale, soy enterradora
Alicia es la menor de cuatro hermanas y ya conocía los rudimentos del oficio ya que iba muchas veces a ayudar a su padre.
Lleva tres años pisando casi cada semana algún camposanto y aún hay quien le dice: Neniña, non encontrarás outro traballo.
Alicia Aneiros dejo su trabajo para conticuar con el oficio de su padre, sepulturero durante casi 34 años.
Su padre empezó construyendo nichos y al jubilarse el enterrador fue tomando el relevo.
Ahora es su hija la que se planteó renunciar a su empleo y darse de alta como “El día que se lo dije a mi padre fue uno de los más felices de su vida, está muy contento”, comenta Alicia.
“Me parece que tengo mucha fuerza y valentía para hacerlo, no todo el mundo vale para esto, me siento honrada y muy orgullosa, sobre todo por haberme quedado con el trabajo de mi padre. Por eso me decidí, y porque me permite tener más disponibilidad”.
Todo lo aprendió de su padre: O primeiro é limpar o nicho, hainos baleiros e outros con restos, retíranse e van ao cinceiro ou con outro defunto. Cando hai unha incineración métese a furna ao pé da caixa, explica su padre.
A su sucesora le enseñó a no mirar a la gente mientras cierra la sepultura. “Trabajo como si estuviera sola (en silencio, observada por todos y muchas veces encima de un andamio). Al principio quería ir rápido, pero prefiero hacer las cosas con tranquilidad”, relata.
Durante la pandemia la soledad era casi total en los cementerios, cuenta Alicia, con solo dos o tres familiares, con féretros precintados, con pena infinita y miedo.
A Alicia le echa una mano su pareja, Sergio Iglesias (Ortigueira, 33 años), carpintero y albañil autónomo.
Fuente:lavozdegalicia.es
Fuente imagen:lavozdegalicia.es
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